martes, 31 de octubre de 2017

Actividad 2 - Cuentos folclóricos

Cuentos folclóricos


¿Qué es un cuento folclórico?


Teniendo en cuenta la teoría podemos definir un cuento folclórico como una obra literaria, transmitida de forma oral de generación en generación, contando así con variantes de un autor anónimo.

La importancia del folclore viene precisamente de su forma de transmisión, ya que el lenguaje oral es inherente al ser humano, cosa que la escritura no, de esta forma se transmiten los pensamientos y las vivencias de una época determinada plasmados en pequeñas historias que se contaban alrededor de una hoguera o en la plaza del pueblo.

Hoy en día estamos acostumbrados a escuchar cuentos folclóricos y asociarlo inmediatamente con los niños. Pero eso no es así, ya que todos ellos estaban hechos para entretener a todo el pueblo, desde los más ancianos a los más jóvenes, y sin contener una moraleja final, como estamos acostumbrados a escuchar en este tipo de cuentos. Esto no quiere decir que no tuvieran un carácter moralizador entre sus palabras, pero dejaban que los espectadores fueran quienes interpretaran e hicieran suya la enseñanza moral que podía o no contener la historia.

La importancia del folclore en las aulas


El folclore no solo son narraciones de pequeñas historias contadas por campesinos a la luz de la hoguera, son mucho más que eso, son historias que retratan los acontecimientos y la forma de vivir de esas personas.

El folclore nos rodea de una época y un lugar, por ello es una buena herramienta para sembrar la curiosidad por la historia y la sociedad.

¿Cómo se realizará la actividad?

Las distintas narraciones se realizarán en cuatro días, contando los tres primeros días un cuento folclórico diferente.

Dado que vamos a proponer tres cuentos folclóricos de tres regiones distintas (África, Asia y Europa), se dejará el cuarto día para debatir de dónde son cada uno de ellos argumentando que características tiene el relato para que nos recuerde a uno u otro sitio. 

Análisis de cuentos folclóricos


Antes de comenzar con ningún cuento me gustaría aclarar la procedencia de cada uno de ellos, el primero es original del folclore africano, el segundo procede de Europa y el tercero de Japón.

Las alas robadas


Érase una vez un príncipe llamado Sakaye Macina que viajaba por placer. Y he aquí que llegó a una ciudad en un día de feria.
Al apearse de su caballo oyó a un viejo que voceaba:
-¿Quién quiere, por una jornada de trabajo, ganar cien monedas de oro?
Sakaye se acercó al anciano y le dijo:
-Yo estoy dispuesto a trabajar todo un día por ese salario.
El viejo era un guinarú que frecuentaba los mercados con el único propósito de engañar a algún forastero y llevárselo a su choza para comérselo.
Respondió:
-Pues bien, Sakaye Macina. Deja tu caballo aquí y ven conmigo hasta el pie de aquella alta montaña. Allí encontrarás la faena que has de hacer.
Sakaye siguió, sin pronunciar palabra al guinarú, que había tomado el camino de la montaña indicada. Así que llegaron a las estribaciones del monte altísimo, el guinarú dijo:
-Sube a la cúspide. Arriba hallarás a tus compañeros ocupados ya en la labor.
-Pero, ¿por dónde puedo escalar la cima? -preguntó Sakaye-. No veo la posibilidad. ¡Si está cortada casi a cuchillo!
-Yo te proporcionaré una montura que te llegues a tu destino -respondió el viejo guinarú.
Palmoteo éste y al momento apareció una tórtola gigantesca ensillada.
-Monta este corcel -ordenó el viejo.
Sakaye obedeció y el pájaro se elevó hasta la cima de la alta montaña. Una vez allí, depositó a su jinete sobre una enorme roca y desapareció.
Sakaye miró alrededor y vio una choza amarilla. Esta choza era de oro puro.
Se aproximó y con asombro observó a un anciano cuyos ojos eran tan grandes y amarillos como el sol de mediodía.
Y divisó, cuando se dirigía hacia este viejo, a lo lejos y por encima de él, el Universo entero, pues la montaña sobre la cual se encontraba era la más alta de toda la tierra.
Muy cerca de este viejo de “los ojos de sol” vio una gran cantidad de cráneos humanos esparcidos por el suelo.
Preguntó al viejo de quién era la choza de oro y quién había matado a los dueños de aquellos cráneos.
Le preguntó también por qué razón un hombre tan viejo como él se encontraba en un lugar tan espantoso, mayormente cuando, según todas las apariencias, era el único ser que moraba en aquella soledad altísima.
-Sakaye Macina -respondió el anciano- yo soy el guardián de esta choza. Los que aquí habitan son yébem, devoradores de hombres. ¡He aquí que tú estás en poder de ellos y no te escaparás! El padre de ellos te ha encontrado en el mercado y te sedujo con la esperanza de poseer el oro que te ofreció por un jornal. En consecuencia, espera aquí tu fin, porque dentro de un instante caerás en sus manos, donde hallarás la muerte. Te devorarán tan pronto como el yébem que te ha encontrado esté de regreso. ¡Y no tardará mucho!
-¿Tú también eres un devorador de hombres? -le preguntó Sakaye.
-¿Yo? -exclamó el anciano-. ¡No! Yo soy un yébem, pero de ningún modo de los devoradores de hombres. Yo pertenezco a otra raza diferente. Me obligan a permanecer aquí en virtud de un sortilegio que me priva del uso de las piernas; de no ser por esto, hace mucho tiempo que habría regresado al lado de los míos. Delante de la choza les sirvo de guardián y me es imposible escapar.
-Muy bien, anciano. ¿Y dónde están en este momento esos ogros propietarios de la choza de oro y dueños de tus piernas?
-Están de caza y volverán al mismo tiempo que su padre, a quien tú ya conoces.
-Entonces, ¿ahora no hay nadie en la vivienda?
-Nadie, a excepción de unos yébem muy jóvenes que se distraen jugando a las conchas.
-Entraré, pues, y me esconderé en algún granero, en espera de la noche para escapar.
-Te suplico que no hagas tal cosa -gritó el viejo-. Tú serías la causa de mi perdición, pues los yébem, a su regreso, me matarían sin compasión al oler carne humana en su casa.
Sakaye, que sabía que el guinarú de los “ojos de sol” no podía nada contra él, porque el sortilegio le impedía el uso de las piernas, entró precipitadamente, sin hacer caso de sus advertencias y súplicas.
Al ver al intruso, los jóvenes yébem, que estaban jugando y se habían quitado las alas para estar más desembarazados, se asustaron y se metieron de un salto en un gran agujero que había en el centro de la guarida. Pero tuvieron tiempo de recoger sus alas.
Tan sólo la hermana, una muchacha muy jovencita, abandonó las suyas en la precipitación de la huida.
Cuando ella se encontró en medio de sus hermanos, éstos le dijeron:
-Pequeña, has dejado tus alas a la discreción del intruso. Anda por ellas, aunque ello te cueste la libertad. Debes intentar recuperarlas, pues jamás se ha dado el caso de que una yébem haya dejado sus alas en poder de un humano.
La joven yébem, a pesar de su espanto, regresó a la choza y, dirigiéndose a Sakaye, le dijo:
-¡Humano, yo te suplico que me devuelvas mis alas!
-Te las devolveré con una condición -respondió el príncipe-. Quiero que me lleves a mi pueblo.
-Te lo prometo -dijo ella.
Entonces Sakaye le devolvió las alas y ella se las puso en su lugar adecuado. Hecho esto, el príncipe montó sobre la espalda de la joven yébem y voló tan alto, tan alto, que ya no podía distinguir siquiera la tierra.
Ella lo depositó delante de la puerta del palacio del rey y quiso, inmediatamente, regresar a la choza de la alta cumbre, pero Sakaye la retuvo a la fuerza. Para lograrlo, le quitó las alas y las escondió en los almacenes del rey.
Y acaeció luego, que la tomó por esposa. Desposados, vivieron así algunos años, y la joven yébem dio a luz tres hijos, todos derechos como un huso y lindos como flores.
A pesar de la alegría que ella sentía de ser madre, la yébem tenía el corazón apesadumbrado. Añoraba y sentía nostalgia de la soledad de las altas cumbres.
Una noche, mientras su marido y sus hijos dormían, se transformó en un ratoncillo y, por un diminuto agujero, penetró en el almacén de su suegro el rey. Cogió las alas y se las ajustó en los hombros. Luego, volvió para buscar a sus hijos, los ocultó bajo sus alas y, remontando el vuelo, se dirigió rauda hasta la montaña de sus amores.

Análisis de “Las alas robadas”

Como podemos comprobar, este cuento se sale un poco de los esquemas a los que estamos acostumbrados cuando hablamos de cuento folclórico. No tenemos un personaje muy bueno muy bueno, ni un personaje muy malo muy malo.

Para el análisis de este cuento nos vamos a ir a un aula de 6º de Educación Primaria, eligiendo este curso por las características del texto. En primer lugar y teniendo en cuenta la teoría podemos decir que, por el desarrollo de un alumno de este curso, esta narración le puede resultar interesante y lo más importante, puede extraer conclusiones y dialogar entorno a ella. Me apoyo principalmente en dos cuestiones, la primera es el gusto por la aventura y el suspense, cosa que podemos encontrar cuando Sakaye sube a la montaña y nos encontramos con la incertidumbre de lo que le va a pasar. Y la segunda es la pequeña trama “amorosa” que tiene lugar al final. En cuanto a los intereses que podemos encontrar en un alumno de esta edad podemos destacar el gusto por los animales y los seres fantásticos, por las historias ficticias y por los paisajes y lugares extraños.

A la hora de trabajar la narración lo podemos dividir en tres partes, la primera antes de comenzar la lectura. En esta parte podemos decirles a los alumnos que vamos a contar un cuento folclórico y les decimos el nombre, después de esto podemos preguntarles que de donde creen que procede este cuento, sin saber nada más que su nombre, a partir de esto podemos preguntarles que cuál creen que será el desarrollo principal de la historia teniendo en cuenta su lugar de procedencia. Después de esto pasamos a contarles la historia, aún sin decirles de donde es la historia. Durante la narración creo que no es necesario hacer ninguna pausa, ya que el lenguaje es claro y el cuento lo suficientemente corto como para poder contarlo seguido, también es necesario estar atentos a nuestros alumnos para que en el caso de que veamos que algo no lo entienden, poder hacer una pequeña aclaración, como por ejemplo con la palabra “estribaciones” o “tórtolas” que es posible que no conozcan su significado. Para terminar, volvería a preguntar que de donde creen que es este cuento. Tras haberlo contado es posible que algunos cambien de opinión y puedan argumentar distintos motivos por los que creen que es de un sitio u otro. Con esto podemos trabajar la percepción que tenemos de los diferentes lugares a través de preguntas abiertas que de las que pueden ir opinando los alumnos. A continuación, me gustaría enumerar una serie de preguntas que haría a mis alumnos, en relación al cuento.

¿Hay alguien bueno o alguien malo en el cuento?

Con esta pregunta me gustaría conocer su percepción del bien y del mal teniendo en cuenta los diferentes personajes que van apareciendo y las acciones que nos cuentan.

¿Por qué el príncipe quería trabajar por 100 monedas de oro? Se supone que es un príncipe y tiene todo lo que quiere.

Con esta pregunta quiero ver cómo perciben ellos la necesidad del dinero y cómo conseguirlo.

¿Por qué el príncipe se casó con la yebem? ¿La yebem quería casarse con el príncipe?

Esta pregunta nos sirve para trabajar el egoísmo y los sentimientos.

¿Cuál era el amor verdadero de la yebem?

Por un lado, tenemos a los hijos y por otro la montaña, con esta pregunta podemos ver en qué se ha fijado cada uno y qué es más importante para ellos.

Con estas cuatro preguntas podemos hacernos una idea de lo que han entendido los alumnos y cómo lo han interpretado. No me extiendo mucho en los diferentes objetivos que podemos conseguir con cada una de las preguntas, porque también debemos tener en cuenta las respuestas de los alumnos, ya que estas nos ayudarán a guiar la clase en una u otra dirección según lo que queramos trabajar, por ello, solo pongo un pequeño objetivo que nos tenemos que plantear al realizar la pregunta para conducir las diferentes respuestas en sacar unas conclusiones relacionadas con ese objetivo.

Las tres hojas de la serpiente


Vivía una vez un hombre tan pobre, que pasaba apuros para alimentar a su único hijo. Díjole enton ceséste:
- Padre mío, estáis muy necesitado, y soy una carga para vos. Mejor será que me marche a buscar el modo de ganarme el pan. Dióle el padre su bendición y se despidió de él con honda tristeza.
Sucedió que por aquellos días el Rey sostenía una guerra con un imperio muy poderoso. El joven se alistó en su ejército y partió para la guerra. Apenas llegado al campo de batalla, se trabó un combate. El peligro era grande, y llovían muchas balas; el mozo veía caer a sus camaradas de todos lados, y, al sucumbir también el general, los demás se dispusieron a emprender la fuga. Adelantóse él entonces, los animó diciendo:
- ¡No vamos a permitir que se hunda nuestra patria!
Seguido de los demás, lanzóse a la pelea y derrotó al enemigo. Al saber el Rey que sólo a él le debía la victoria, ascendiólo por encima de todos, dióle grandes tesoros y lo nombró el primero del reino.
Tenía el monarca una hija hermosísima, pero muy caprichosa. Había hecho voto de no aceptar a nadie por marido y señor, que no prometiese antes solemnemente que, en caso de morir ella, se haría enterrar vivo en su misma sepultura: "Si de verdad me ama -decía la princesa-, ¿para qué querrá seguir viviendo?." Por su parte, ella se comprometía a hacer lo mismo si moría antes el marido. Hasta aquel momento, el singularísimo voto había ahuyentado a todos los pretendientes; pero su hermosura impresionó en tal grado al joven, que, sin pensarlo un instante, la pidió a su padre.
- ¿Sabes la promesa que has de hacer? -le preguntó el Rey.
- Que debo bajar con ella a la tumba, si muere antes que yo -respondió el mozo-. Tan grande es mi amor, que no me arredra este peligro.
Consintió entonces el Rey, y se celebró la boda con gran solemnidad y esplendor.
Los recién casados vivieron una temporada felices y contentos, hasta que, un día, la joven princesa contrajo una grave enfermedad, a la que ningún médico supo hallar remedio. Cuando hubo muerto, su esposo recordó la promesa que había hecho. Horrorizábale la idea de ser sepultado en vida; pero no había escapatoria posible. El Rey había mandado colocar centinelas en todas las puertas, y era inútil pensar en sustraerse al horrible destino. Llegado el día en que el cuerpo de la princesa debía ser bajado a la cripta real, el príncipe fue conducido a ella, y tras él se cerró la puerta a piedra y lodo.
Junto al féretro había una mesa, y con ella cuatro velas, cuatro hogazas de pan y cuatro botellas de vino. Cuando hubiera consumido aquellas vituallas, habría de morir de hambre y sed.
Dolorido y triste, comía cada día sólo un pedacito de pan y bebía un sorbo de vino; pero bien veía que la muerte se iba acercando irremisiblemente. Una vez que tenía la mirada fija en la pared, vio salir de uno de los rincones de la cripta una serpiente, que se deslizaba en dirección al cadáver. Pensando que venía para devorarlo, sacó la espada y exclamó: "¡Mientras yo esté vivo, no la tocarás!". Y la partió en tres pedazos.
Al cabo de un rato salió del mismo rincón otra serpiente, que enseguida retrocedió, al ver a su compañera muerta y despedazada. Pero regresó a los pocos momentos, llevando en la boca tres hojas verdes. Cogió entonces los tres segmentos de la serpiente muerta y, encajándolos debidamente, aplicó a cada herida una de las hojas. Inmediatamente quedaron soldados los trozos; el animal comenzó a agitarse, recobrada la vida, y se retiró junto con su compañera. Las hojas quedaron en el suelo, y al desgraciado príncipe, que había asistido a aquel prodigio, se le ocurrió que quizás las milagrosas hojas que había devuelto la vida a la serpiente, tendrían también virtud sobre las personas. Recogiólas y aplicó una en la boca de la difunta, y las dos restantes, en sus ojos. Y he aquí que apenas lo hubo hecho, la sangre empezó a circular por las venas y restituyó al lívido rostro su color sonrosado. Respiró la muerta y, abriendo los ojos, dijo:
- ¡Dios mío!, ¿dónde estoy?
- Estás conmigo, esposa querida -respondióle el príncipe, y le contó todo lo ocurrido y cómo la había vuelto a la vida.
Dióle luego un poco de pan y vino, y cuando la princesa hubo recobrado algo de vigor, ayudóla a levantarse y a ir hasta la puerta, donde ambos se pusieron a golpear y gritar tan fuertemente, que los guardias los oyeron y corrieron a informar al Rey. Éste bajó personalmente a la cripta y se encontró con la pareja sana y llena de vida. Todos se alegraron sobremanera ante la inesperada solución del triste caso. El joven príncipe se guardó las tres hojas de la serpiente y las entregó a su criado, diciéndole:
- Guárdamelas con el mayor cuidado y llévalas siempre contigo. ¡Quién sabe si algún día podemos necesitarías!
Sin embargo, habíase producido un cambio en la resucitada esposa. Parecía como si su corazón no sintiera ya afecto alguno por su marido. Transcurrido algún tiempo, quiso él emprender un viaje por mar para ir a ver a su viejo padre, y los dos esposos embarcaron. Ya en la nave, olvidó ella el amor y fidelidad que su esposo le mostrara cuando le salvó la vida, y comenzó a sentir una inclinación culpable hacia el piloto que los conducía. Y un día, en que el joven príncipe se hallaba durmiendo, llamó al piloto y, cogiendo ella a su marido por la cabeza y el otro por los pies, lo arrojaron al mar. Cometido el crimen, dijo la princesa al marino:
- Regresemos ahora a casa; diremos que murió en ruta. Yo te alabaré y encomiaré ante mi padre en términos tales, que me casará contigo y te hará heredero del reino.
Pero el fiel criado, que había asistido a la escena, bajó al agua un botecito sin ser advertido de nadie, y en él se dirigió, a fuerza de remos, al lugar donde cayera su señor, dejando que los traidores siguiesen su camino. Sacó del agua el cuerpo del ahogado, y, con ayuda de las tres hojas milagrosas que llevaba consigo y que aplicó en sus ojos y boca, lo restituyó felizmente a la vida.
Los dos se pusieron entonces a remar con todas sus fuerzas, de día y de noche, y con tal rapidez navegaron en su barquita, que llegaron a presencia del Rey antes que la gran nave. Asombrado éste al verlos regresar solos, preguntóles qué les había sucedido. Al conocer la perversidad de su hija, dijo:
- No puedo creer que haya obrado tan criminalmente; mas pronto la verdad saldrá a la luz del día- y, enviando a los dos a una cámara secreta, los retuvo en ella sin que nadie lo supiera.
Poco después llegó el barco, y la impía mujer se presentó ante su padre con semblante de tristeza. Preguntóle él:
- ¿Por qué regresas sola? ¿Dónde está tu marido?
- ¡Ay, padre querido! -exclamó la princesa-, ha ocurrido una gran desgracia. Durante el viaje mi esposo enfermó súbitamente y murió y, de no haber sido por la ayuda que me prestó el patrón de la nave, yo también lo habría pasado muy mal. Estuvo presente en el acto de su muerte, y puede contároslo todo.
Dijo el Rey:
- Voy a resucitar al difunto -y, abriendo el aposento, mandó salir a los dos hombres.
Al ver la mujer a su marido, quedó como herida de un rayo y, cayendo de rodillas, imploró perdón. Pero el Rey dijo:
- No hay perdón. Él se mostró dispuesto a morir contigo y te restituyó la vida; en cambio, tú le asesinaste mientras dormía, y ahora recibirás el pago que merece tu acción.
Fue embarcada junto con su cómplice en un navío perforado y llevada a alta mar, donde muy pronto los dos fueron tragados por las olas.

Análisis de “Las tres hojas de la serpiente”

Este cuento sacado de los hermanos Grimm muestra claramente un carácter moralizador, pero como es de esperar, no consta de moraleja, permitiendo así que el oyente saque sus propias conclusiones y enseñanzas para su vida.

En primer lugar, es importante señalar algunas modificaciones en el texto a la hora de llevarlo a un aula de 6º de Educación Primaria. La más llamativa es el uso de los tiempos verbales tales como “ayudóla” o “recogiólas” que pueden confundir a los alumnos y separarles de la historia contada, con utilizar “la ayudó” o “las recogió” sería suficiente. Otra modificación que llevaría a cabo, es cambiar aquellas palabras que utilizan significados que hoy en día están en desuso o bien haber trabajado estas palabras en la asignatura de Lengua Castellana como palabras polisémicas, esto lo haría teniendo en cuenta que la historia va a ser contada y mi intención es que se entienda por completo. La última modificación que haría es darle un nombre al personaje principal, para que se puedan identificar con él mucho mejor.

En cuanto a la elección del cuento puedo señalar las características fantásticas y de amor que tiene y pueden resultar interesantes a los alumnos. Además, es una gran historia con la que podemos trabajar distintos valores centrándonos en los diferentes personajes que van apareciendo a lo largo del cuento, desde el padre del muchacho hasta el rey.

A la hora de trabajar la historia, lo divido en tres partes. La primera antes de comentar la narración, al igual que la anterior les decimos el nombre y les proponemos los tres lugares de donde puede venir, Europa, Asia o África y dejamos que intenten desarrollar de que puede tratar a partir del título. Después de esto se procede a la lectura de la historia, sin hacer interrupciones para que los alumnos la puedan escuchar de principio a fin. Por último, se realizarán una serie de preguntas para trabajar el texto.

¿El protagonista es un buen hijo?
Con esta pregunta los alumnos pueden tener diferentes opiniones ya que abandona a su padre, pero por una buena causa. Por ese motivo, me gustaría trabajar esta pregunta.

¿Por qué creéis que el protagonista fue el único que animó a las tropas en la batalla?
La respuesta no viene en el texto, por ese motivo me parece interesante que dialoguen y saquen sus propias conclusiones de esto.
¿Actuó bien el rey castigando a su hija?
Como en el caso de la primera pregunta, aquí intervine mucho el pensamiento de cada uno de los alumnos, ya algunos pueden pensar que sí porque su hija no se portó bien con el protagonista y otros pueden pensar que el castigo es desmesurado.

Todas las preguntas tienen un carácter moral que en cierta forma conduce la historia que hemos contado, por ese motivo me parece interesante que las preguntas que planteemos sigan esa línea.

Momotaro


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos.
Un día el anciano salió a la montaña a recoger leña mientras que la ancianita fue al río para lavar ropa, en eso un enorme melocotón bajaba por el río, aguas abajo.
Ella lo recogió y se lo llevó a casa.
¡El anciano al llegar a casa se sorprendió al ver tan enorme melocotón!  y dijo: “¡Qué melocotón tan grande!, ¿lo cortamos? y la anciana contestó: “¡Sí, vamos a cortarlo!”.
En ese momento el melocotón empezó a moverse y de su interior salió un niño.
Los ancianos se sorprendieron al ver a un niño salir de aquel enorme melocotón, y a la vez, una gran alegría los embargó al ver en él al hijo que no tenían.
“¡Lo llamaremos Momotaro! porque nació de un “momó” (melocotón)
Momotaro comía mucho y creció fuerte y robusto. Nadie podía rivalizar con él, pero había algo que preocupaba a los ancianos, éste no pronunciaba ni una sola palabra.
Por esos días unos demonios estaban causando alboroto y cometiendo fechorías por todo el pueblo. Ante eso, Momotaro pensaba dentro de sí: “¡Esta situación no lo puedo tolerar!”.
Un día, de repente comenzó a hablar y dijo a sus padres: “¡Voy a subyugar a los demonios! Por favor ayúdenme con los preparativos para mi viaje.” Los ancianos se quedaron sorprendidos al escuchar por primera vez la voz de Momotaro.
El anciano, después de reponerse de la sorpresa, se dirigió a Momotaro diciéndole: “Hijo, es mejor que desistas de hacer cosas tan peligrosas, no queremos perderte”.
Pero los ancianos al ver la determinación de Momotaro, decidieron ayudarle en lo posible con su aventura Le entregaron ropas nuevas y de alimento la ancianita le había preparado “kibi dango” 
Momotaro partió hacia la isla de los demonios. Los ancianos rezaban a dios para que su hijo se encontrara sano y salvo. Este se encontró en el camino con un perro. El perro le dijo: “¡Oiga! Déme un “dango” por favor. Si me lo dá le ayudo”. Momotaro le entregó un “dango” y empezaron a caminar juntos.
Momentos después se encontraron con un mono, el cual pidió a Momotaro lo mismo que el perro. Momotaro tomó un “dango” y se lo entregó, y los tres empezaron la marcha nuevamente.
En el camino a la isla del demonio, encontraron a un faisán, el cual pidió lo mismo que los anteriores y se unió al grupo.
Pasaron unos días y llegaron por fin a la “isla de los demonios”. El faisán realizó un vuelo de reconocimiento y al volver dijo: “Ahora todos están tomando Sake. Momotaro pensó que era una buena ocasión y se dirigió hacia ellos.
Pero no podían entrar porque el portón estaba cerrado. En ese momento el mono saltó el portón y abrió la cerradura.
Los cuatro entraron a la vez y los demonios quedaron sorprendidos al verlos. El perro mordió a un demonio, el mono arañó a otro mientras que el faisán picoteaba a un tercero.
Momotaro dio un cabezazo al jefe de los demonios y le dijo: “¡He venido a darles castigo por el daño que han causado!
Los demonios se arrodillaron ante el: “¡Nunca más lo haremos!, ¡perdónanos!”.
Momotaro los perdonó y recobró el tesoro robado, volviendo a casa sano y salvo con sus amigos, contento de haber realizado su labor y por ella hoy todos los niños nipones lo toman por el símbolo del valor.

Análisis de Momotaro

Momotaro es un cuento japonés muy conocido y que posiblemente les pueda sonar a algunos alumnos, ya que se hacen muchas referencias a él en distintos dibujos animados y comic.

Lo primero a tener en cuenta es el motivo de la elección del cuento para los alumnos de 6º de Educación Primaria. Lo primero, es su carácter fantástico y aventurero, por otro lado, podemos comprobar como en muchas series que pueden seguir los niños nos encontramos con caracteres parecidos a los de nuestro personaje, por lo que pueden acercarse más a la historia.

Al igual que con los otros dos cuentos, a la hora de trabajar la historia diferenciaremos tres partes. En la primera, al igual que en los anteriores, simplemente se les menciona el nombre la historia, en este caso, aclarando que se trata del nombre del protagonista y se les pregunta por su lugar de procedencia y la trama. Aquí nos podemos encontrar con algún alumno que lo conozca o que le suene, si da la circunstancia de que alguno lo conoce le pediremos que no lo cuente por ahora y que después de que el profesor lo cuente a toda la clase nos diga si es así como él la conocía o sabe alguna otra versión, cosa que puede ocurrir al tratarse de un cuento folclórico. Después procedemos a contar la historia, haciendo una simple aclaración cuando dice que Momotaro lleva Kibi Dango, diciendo simplemente que es un dulce típico de aquella zona. Para finalizar, se realizarán una serie de preguntas a los alumnos.

¿Qué otras historias conocéis que sean parecidas a la que acabamos de contar?
La estructura y las características que tiene el cuento de Momotaro las podemos encontrar en muchas otras historias, en las que aparecen niños muy fuertes que acaban con los malos o bien referencias a esta misma historia en series de televisión o comic.

¿Por qué Momotaro pudo vencer a los demonios?
Con esta pregunta podemos trabajar el valor de la amistad y la generosidad, ya que, si él no hubiera compartido su comida, los animales no le habrían ayudado en su lucha.

Este cuento no es muy extenso y se centra en un solo tema, por ello no podemos sacar demasiadas preguntas, pero sí que nos permite trabajar la amistas, el sentido de la responsabilidad y la amabilidad. Por ello, me parece que es un cuento muy concisa que nos permite trabajar una serie de valores que debemos inculcar a nuestros alumnos y que se deben cumplir en clase.

Conclusión

Al haber buscado distintos cuentos folclóricos he de decir que nos permiten conocer la cultura y sociedad en las que se vivía en los diferentes lugares del mundo. En muchos casos muestran enseñanzas muy valiosos, donde no importa de donde procedas, son igual de válidas. En otros casos se ven críticas a una situación que vive la sociedad y las expresan a través de los cuentos. En definitiva, si queremos trabajar la sociedad, podemos utilizar como punto de partida los cuentos folclóricos de una época y lugar o que represente aquello que se vivía en ese momento que queremos trabajar, para introducir a los alumnos en ese contesto.

Otra cosa que he aprendido al realizar el trabajo es la necesidad de preparar aquello que queremos trabajar en el aula, para ir sumergiendo a los alumnos en la temática que deseamos trabajar. Si antes de contar estos cuentos preparamos un par de clases hablando del folclore, podremos conseguir que saquen más provecho de las preguntas que iremos realizando al finalizar cada una de las narraciones.

Bibliografía

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Cubells, F. (n.d.). Apuntes evolución de los intereses del niño en relación con la literaturaRetrieved from https://online.lasallecampus.es/

Labajo, M. T. (n.d.). Apuntes Literatura española, literatura infantil y educación literaria.

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Momotaro cuento tradicional japonés. (n.d.). Retrieved from https://cantardebardo.wordpress.com/2008/07/04/momotaro-cuento-tradicional-japones/


3 comentarios:

  1. ¡Hola Guille!!

    En primer lugar, me gustaría decirte que tu forma de llevar a cabo la actividad de contar un cuento cada día y más aún que cada cuento tenga un origen distinto es algo que me parece muy interesante y original.

    En segundo lugar, los cuentos que has escogido me han encantado ya que a pesar de que no conocía ninguno de ellos creo que son muy adecuados para primaria y que pueden dar mucho juego a la hora de hablar. No hablar solo sobre el propio cuento, sino, además, sobre la cultura y de la raíz de la que provienen.

    En cuanto al análisis que has realizado creo que está muy bien ya que tanto la organización, la estructura y la expresión que utilizas son muy adecuadas.

    Además, las justificaciones del por qué has escogido esas edades para cada cuento, creo que, en mi opinión, son muy precisas y acertadas.
    También me parece una muy buena idea el añadir el por qué realizas las preguntas ya que así podemos llegar a ver y entender la finalidad por la que las has elaborado.

    Finalmente me gustaría decir que, por todo esto, me ha encantado esta entrada al blog que has realizado.

    Un saludo,

    Cristina.

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  2. Está muy bien, Guille. Solo tiene un problema para que sea perfecta: los cuentos se cuentan, no se leen. No es lo mismo leer en voz alta que contar. El pueblo contaba los cuentos, no los leía. Al contarlos, no tienes que preocuparte de las palabras difíciles o de las estructuras verbales anacrónicas, porque lo narrarás con tus palabras. Si cambias las referencias a la lectura, la actividad será perfecta.

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